Hacia 1.915 llegó por primera vez la luz eléctrica a Albares. Don Ismael, maestro del pueblo consiguió generar electricidad utilizando el agua del arroyo Valdearadóñiga en el paraje «el Molinillo».
Hasta principios de siglo el agua se traía en caballerías desde los pozos del término municipal, algunos de agua buena como: la Zanja, los Pocillos o las Carrazoritas. En 1.934 llega el agua a las fuentes procedente de Escariche, del manantial llamado «la Veguilla». En 1.970 desde el manantial de Santa Ana se introdujo el agua corriente en las casas. Por ser muy alcalina sólo era apta para algunos usos. En la actualidad el municipio se surte de la Mancomunidad de Aguas del Tajuña.
La iglesia de San Esteban
La iglesia de San Esteban de Albares es el principal edificio religioso de nuestra localidad. Se sitúa sobre un pequeño promontorio elevado unos doce metros sobre la vega de Albares y orienta hacia el sur. Puede ser observada desde muchos y muy distantes lugares ofreciéndose al espectador como una inmensa mole de piedra de formas geométricas que destaca sobre el resto de las edificaciones. Paradójicamente, su situación en el interior del pueblo hace que sean pocos los sitios del mismo desde los cuales se pueda comtemplar. Se trata de un edificio individualizado encuadrado en la parte oriental de una amplia plaza abierta al exterior por su parte meridional. Esta plaza (Plaza de la Iglesia), situada en el mismo promontorio de la Iglesia, tiene como elemento más característico y peculiar su barbacana, más conocida en Albares como adarve. La adarve es un muro pétreo de poco más de medio metro de altura (esto es visto desde arriba pues desde la parte inferior adquiere casi las dimensiones de una auténtica muralla), es la culminación del promontorio y rodea la plaza y la iglesia por la parte meridional y oriental. A modo de almena, la adarve es un mirador que abre la plaza a los campos próximos, divisándose incluso las sierras de San Sebastián y Altomira, azuladas por la lejanía. Constituye además uno de los principales lugares de encuentro y reunión de las gentes de Albares. Volviendo de nuevo a la iglesia, hemos de decir que al igual que ocurre con la mayoría de los edificios religiosos de cierta importancia, la construcción de la iglesia de Albares se realizó a lo largo de muchos años, abarcando su construcción gran parte de los siglos XVI y XVII (nuestros siglos de oro). Artísticamente hablando estos siglos son en España y más concretamente en el Reino de Castilla, los siglos del gótico final, el renacimiento, el estilo herreriano y el barroco (siguiendo un orden cronológico). La iglesia de San Esteban no puede adscribirse plenamente a ninguno de estos estilos arquitectónicos, aunque sí podemos hablar de ciertas influencias de alguno de los mismos. Exteriormente la iglesia no se diferencia mucho de otras iglesias construidas en fechas semejantes en pueblos de la zona e incluso en algunas comarcas del centro y sur de Castilla. Destacan en el exterior los gruesos muros de piedra así como los contrafuertes que los sostienen. Predominan las líneas verticales y horizontales, dando al edificio un aspecto geométrico y cierto aire de pesadez. Su situación elevada da al edificio aire de monumentalidad, sobre todo si es contemplado desde las zonas más próximas de la vega y de la carretera. Es precisamente el aspecto macizo y geométrico de la construcción el que hace que la iglesia adquiera carácter herreriano, carácter este que se incrementa por la escasez de elementos decorativos externos como podemos ver en la sencilla elaboración de la portada principal y de las otras puertas y ventanas del edificio. Se trata en definitiva de un edificio sobrio y austero como los edificios herrerianos de los siglos de oro. En el exterior hay que destacar también la torre, situada en el ángulo noreste del edificio. Se trata de una torre de base cuadrada en la que predominan las líneas verticales sobre las horizontales adquiriendo la torre de esta forma cierta esbeltez sin romper con el carácter macizo y sobrio del conjunto arquitectónico en el que se inserta. Consta la torre de tres cuerpos superpuestos: el primero alcanza la altura del tejado, sobre el mismo se encuentra el campanario que cuenta con cuatro vanos, uno en cada lado de la torre, sobre el horientado al norte se encuentra la campana, por último en la parte superior se encuentra el chapitel de reciente instalación (1.993). A pesar de ser un elemento moderno, este chapitel, similar a los instalados sobre los edificios de estilo herreriano, armoniza con el conjunto de la obra cuyo carácter herreriano ya comentado. A continuación pasamos a hablar del interior del templo. Se trata de una espaciosa iglesia de planta de salón, consistente ésta en tres naves longitudinales (una central y dos laterales) elevadas hasta una misma altura. Si exteriormente el templo se nos presenta como cerrado y opaco, el interior del mismo destaca por su amplitud así como por su buena iluminación, pues, a pesar de que las ventanas son escasas y pequeñas, la buena situación de la iglesia le confiere una gran luminosidad. La techumbre es abovedada y se sustenta sobre seis sobrias columnas circulares de piedra sobre las cuales se instalan arcos apuntados u ojivales más apuntados en las naves laterales que en la central. La iglesia se divide, desde la puerta principal hasta el ábside en cuatro tramos. La parte superior del primer tramo tiene un espacioso coro. La nave central es prácticamente el doble de ancha que las laterales, concluye en el ábside que está abovedado y tiene una estructura poligonal. Una puerta en su parte inferior derecha da acceso a la sacristía. La planta de salón, el empleo de arcos apuntados, así como las nervaduras visibles en las bóvedas del ábside y del crucero son elementos que confieren al interior del templo un carácter más bien gótico. Sería preciso destacar aquí la ventana de la parte superior derecha del crucero (ocupado por una vidriera moderna de San Antonio de Padua) pues tiene un carácter mucho más gotizante que el resto de las ventanas. La influencia del estilo gótico, característico de la baja Edad Media, perduró en muchas construcciones religiosas hasta bien entrada la Edad Moderna, no obstante, en la iglesia de Albares estas influencias góticas son mucho más perceptibles en la parte del ábside y del crucero que en el resto del templo pues esta parte se construyó en una primera fase (siglo XVI) más cercana a los tiempos del arte gótico. El resto del templo, aunque mantiene la estructura y elementos de la primera fase contiene también algunos elementos decorativos y arquitectónicos propios del renacimiento o del barroco: como son los arcos de medio punto empleados en las tres puertas de acceso (principal, cierzo y cementerio) y la decoración a base de formas geométricas de las bóvedas que substituye a las nervaduras góticas empleadas en la primera fase.
Escudo municipal
No hay datos de que la villa tuviera escudo. Fue a finales de los años ochenta cuando el Excmo. Ayuntamiento de Albares solicitó al cronista provincial Don Antonio Herrera Casado su estudio y realización.
Descripción: Escudo español de gules, una cruz octopuntada de la Orden del Templo de Jerusalén, blanca o de plata, cantonada de cuatro puñales de oro. Al timbre la corona real cerrada. Sobre un escudo tradicional e hispánico de punta redondeada aparecería la cruz blanca octopuntada de la Orden del Temple, del Templo de Jerusalén o de los Caballeros Templarios, emblema de la Orden Militar a la que perteneció Albares en algunos momentos de su historia según dice la leyenda. Escoltada en las puntas o cantonada de cuatro puñales de oro que recordarían el valor militar de esta Orden. Su corona real cerrada por timbre es debida al regimiento monárquico legalmente constituido.